1 LA CASA DE LA VIDA


“La Vida en la Familia”
P. Paulino Toral

La Casa de la Vida (CDV) es un Centro provida en el sentido ordinario del término “provida”, pero no sólo en este sentido.
Efectivamente, la CDV es, ante todo,  un centro provida en sentido ordinario; es decir, una institución que tiene como misión salvar a las madres y a sus hijos del aborto. Desde nuestra creación, el 5 de mayo de 2008, un sacerdote y un nutrido equipo de laicas y laicos católicos, llevamos a cabo acciones emergentes para salvar a las embarazadas y a sus hijos del crimen del aborto.
Motivados por esta meta, trabajamos:
Con los embarazos  “en riesgo”, es decir con las madres que tienen el peligro de acudir al aborto – recordemos que el recurso del aborto es hoy “normal” –  por la situación conflictiva del embarazo (adolescencia, juventud, pobreza, soledad, abandono, enfermedad, rechazo familiar, ilicitud moral de la relación sexual, violación, enfermedad mental). Cada mes sal-vamos un promedio de 650 niños y madres un aborto posible.
Y también intervenimos “in extremis”, cruzándonos estratégicamente al final del camino de la madre que ya ha decidido abortar, cuando ya va directo al aborto,  y  logramos que la vida que ha sido llevada ya al mismo borde del abismo de la muerte sin bautismo, se salve. Esta labor de salvataje la llevamos en nuestro discreto Centro “Libérate”.Cada mes salvamos un promedio de 30 niños y madres del aborto seguro.
Pero, además,  la CDV es un Centro provida en sentido más profundo y más trascendente porque nuestra labor no es sólo de salvataje de vidas del precipicio de la muerte, sino que también es preventiva. Me explico. 

Vida y familia, tiempo y eternidad

Cuando Dios pensó en otorgar el don de la vida al ser humano, pensó a la vez y siempre en la fami-lia.  Para nuestro Creador, la vida y la familia están natural e indisolublemente vinculadas: Nunca Dios pensó en la vida humana aislada de la familia,  y siempre, en cambio,  preconcibió la familia como el “espacio divino de la vida humana”; porque, en el sapientísimo y amoroso plan divino, todo ser humano debía nacer, vivir y morir dentro de una familia. Esto es lo humano… y lo divino.


Así como las bambalinas se exhiben en un periódico en el suelo, y las joyas, en vitrinas con cristales antibalas, alarmas, luces y terciopelos, así también el ser humano, “la joya” de la Creación, debía tener un ambiente adecuado, que le garantizara un entorno vital a la altura de su origen – somos hechos a imagen y semejanza de Dios, –este ambiente es la familia, el hogar-. 

Pero, además, el ambiente familiar fue ideado por el Creador, cuando el Señor pensó en el destino eternode cada ser humano. Porque, cuando Dios pensó en dar al ser humano la vida en el tiempo, pensó en la vida en el tiempo, pero sólo como camino de paso hacia la Eternidad, hacia la Vida en Comunión con Él. A este destino eterno alude la Santa Biblia, cuando dice: “Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos como Él es”. 

Así, pues,  como nunca Dios pensó en la vida sin pensar en la familia, así también, nunca Dios pensó en la vida en este mundo, la vida humana, la vida en el tiempo, la vida terrena,  sin ofrecernos la vida en el otro, en el Más allá, en el Cielo. Jamás Dios pensó en algún ser humano para que se quedara en este mundo, o peor, programado para la condenación eterna. Todo hombre es – como el título de la película sobre Santo Tomás Moro – “un hombre para la eternidad”, y, además, un predestinado al Cielo; porque cuando Dios nos trae a la vida, no nos dice: “Ahí están el cielo y el infierno: elige”. No. A todos, Dios nos propone sólo  el Cielo;  y es el hombre el que (usando mal de su libertad) se auto excluye de la Eterna Felicidad. 

Volviendo a la pregunta sobre la misión de la Casa de la Vida: La CDV trabaja en el campo de la sexualidad y la vida, pero no sólo con una visión emergente, como hemos dicho al principio,  sino también con una visión preventiva, tratando de lograr familias que, siendo realmente estables y felices, lleguen a ser el entorno que Dios desea para cada ser humano que llama a la vida. 

Decir que la familia es el “espacio divino de la vida humana”, es mucho más que un juego de pala-ras.  Es una gran verdad; la gran verdad que fundamenta teológicamente la misión de la CDV; porque  “Vida”, para nosotros, es vida en el tiempo y vida en la eternidad. Cuando nosotros miramos a cada ser humano, nuestros ojos los tenemos puestos no sólo en el tiempo, sino también en la Eternidad…

Vida, Familia y Matrimonio 

Sí, porque para que los seres humanos nos orientáramos desde el primer instante de nuestra existen-cia  hacia esta Vida eterna, Dios ideó la familia como el ambiente donde nuestros progenitores nos proveyeran, no sólo del alimento, el vestido, la salud y los estudios, necesarios para esta vida, sino también del cargamento de orientaciones, normas y principios en torno al bien y al mal, esenciales para que, después de haber atravesado felices por los intrincados y enmarañados caminos de este mundo, eligiendo constantemente el bien y rechazando el mal, incluso, sorteando dificultades sobrepasando obstáculos,  Sus hijos termináramos nuestra existencia en el abrazo de Amor con el que nuestro Dios, Bien Sumo y Felicidad Plena, nos espera desde toda la eternidad para decirnos: “¡Por fin juntos para siempre…!”
Pero, según el Creador, la familia debe estar fundada en el Matrimonio; porque todo ser humano debe ser engendrado por un varón y una mujer que, antes de unir sus destinos, hayan realizado esta Alianza, en la que se obligan ante Dios mismo y la comunidad de parientes y amigos a amarse para siempre, a engendrar hijos y a educarlos. 

Esta alianza de amor y justicia, que es el matrimonio, ha existido en todos los tiempos y todas las culturas, antes de Cristo y fuera de la Iglesia: es la institución natural del matrimonio, que, cuando se lleva a cabo entre dos bautizados es el Sacramento del Matrimonio. Jamás los seres humanos se reunieron algún día, en algún lugar, para  establecer que todos los que quieran tener hijos, deben primero celebrar el matrimonio. No, porque el ser humano “naturalmente”, además de la libido, tiene la inclinación, que no se da en los animales, a buscar un compañero/a estable para formar un hogar.   El ser humano, como el animal, por instinto, busca el sexo complementario (libido), pero, además – y esto es exclusivo del ser humano – posee una inclinación innata (= nacida con él) a buscar una compañera estable para toda la vida.
El matrimonio es la alianza de amor para siempre (indisolubilidad), celebrada y vivida entre un hombre y una mujer (heterosexualidad y unidad), con el fin de engendrar hijos (procreación), for-marlos (educación) y ayudarse (mutua ayuda)  en la búsqueda de la felicidad en el tiempo y en la Eternidad, y así ejecutar el plan de Vida que Dios tiene para nosotros.

Vida, Familia y Preparación para el Matrimonio

Pero, la estabilidad del matrimonio depende de la preparación que  las nuevas generaciones reciban desde la infancia. La Iglesia afirma que esta preparación debe llevarse a cabo en tres etapas: remota (infancia y niñez); próxima (adolescencia y juventud); inmediata (enamoramiento y noviazgo): “La preparación al matrimonio ha de ser vista y actuada como un proceso gradual y continuo. Comporta tres momentos principales: una preparación remota, una próxima y otra inmediata”. 

Lamentablemente, después del Concilio, cuando se subrayó la importancia de la preparación para el matrimonio, la Iglesia ha puesto todo el acento en la preparación inmediata de los novios a través de “curso prematrimonial”. Pero si observamos el panorama de los matrimonios católicos celebrados en las últimas décadas (nunca como ahora ha habido tan profunda y extendida crisis matrimonial y familiar), el “curso” no ha sido precisamente la solución. No por el curso, sino a pesar del curso, el terremoto matrimonial y familiar está allí, sin que se pueda tapar el sol con un dedo.   

Si nadie se prepara para ser médico o abogado en cinco noches, mucho menos quienes están llama-dos a formar seres humanos y conformar una familia,  pueden prepararse para tan gigantesca tarea,  en una semana de charlas; y más en este mundo en el que abundan los jóvenes católicos con de mentalidad pagana e irresponsable en lo que a amor, sexo y matrimonio se refiere.

“Semillero de la Vida”

Ante este panorama,  la labor de la CDV debe ir más allá del estricto salvar vidas del aborto. Vamos a tratar de apuntalar y fomentar la familia como el ambiente divino de la vida humana.   A través de nuestro “Semillero de la Vida” nos hemos propuesto, no sin antes encomendarnos humildemente a la Virgen María, tratar de construir familias estables y felices donde la vida se inicie y se despliegue como el Buen Dios siempre quiso. Por esto, nuestro lema es “La Vida en la Familia”.

Hoy, en general,  los jóvenes no llegan al matrimonio por un camino de espiritualidad de pareja; se casan después de vivir con frecuencia todo tipo de experiencias, por tanto, ni se conocen como es debido, ni viven su “amor”unidos al Amor, Dios;  acuden al Sacramento por costumbre o un senti-miento religioso muy superficial; se casan, y la vida religiosa o no se da, o se da bajo mínimos. 

Además, no se tiene idea de la procreación como camino de servicio al Señor – Orden y Matrimonio son los dos “Sacramentos de Servicio”  -  y en cuanto a la educación de los hijos, no sólo no se tiene  ni idea de cómo hacerlo, sino que los novios llegan al matrimonio con todo un cargamento de deformidades propias de los  hogares de donde provienen: consumismo, hedonismo, vida placentera, catolicismo light. Las chicas, en general no van al matrimonio con la ilusión de “dar vida” (engendrar) ni “dar la vida” (entregarse al hogar). 

Nuevas familias que estarán fundamentadas en nuevos matrimonios, nuevos noviazgos, nuevos enamoramientos, logrados a través de chicas católicas que supieron hacer una elección responsable del padre de sus hijos y compañero de toda su vida: Chicas que se fueron preparando a través de sus infancia (Pastorcitas), niñez (Belén), adolescencia (Nazareth) y juventud (Caná), para enamorarse dignamente, prepararse hondamente al matrimonio(Escuela de Enamorados y Novios y Escuela de Pre-padres).En la Escuela de Pre-padres, a las chicas que han sabido elegir un buen chico y llevar un enamoramiento “de tres”, se les hablará del Amor mutuo, de la Procreación y la Educación de la Prole como lo plantea la Iglesia y, luego de casadas,  recibirán un mantenimiento constante de la pareja, desde los primeros días de su vida matrimonial (Escuela de Padres). 

Nuestra labor Emergente la llevamos a cabo en Urdesa. La Preventiva, en la parroquia Santa Teresita, en el “Semillero de la Vida”. 

Semillero de la Vida: “La Vida en la Familia”

Un camino específico para la constitución de las familias que el mundo y la Iglesia necesitan. 
Un complemento de la formación que los niños, adolescentes y jóvenes reciben ya en nuestra pastoral ordinaria: Predicación, Catequesis, Sacramentos. 
Un apoyo a la preparación de los padres, “primeros y principales educadores de sus hijos”.
La Iglesia enseña que la preparación para el Matrimonio debe ser en 3  etapas: remota, próxima, inmediata (FC 66)
Preparación Remota: infancia y niñez
Pastorcitas (4-6 años) Belén (7-12 años)
Sábados 9:00- 11:00 Sábados 9:00- 11:00
Preparación Próxima: adolescencia y juventud
Nazaret (12-16 años) Caná 17-“30” años
Jueves 17:00- 19:00 Martes 19:00-21:00
Sábados de Mensajeras: Oración, Formación, Convivencia, Apostolado (9:00-13:00)
Preparación Inmediata: Enamorados y Novios
Enamorados
Escuela de Enamorados y Novios (EDEN): Novios
Escuela de Prepadres
Temática: Conocerse, Amarse como verdaderos amigos para, si Dios quiere, ser esposos.
Temática: El amor conyugal, la procreación y la educación de los hijos.
Escuela de Padres
mantenimiento  y resguardo de la relación de esposos y padres

La familia y Semillero de la Vida

En general, los padres de hoy, ponen todo el acento en dar a sus hijos lo material (comida, vestido, salud, vivienda), lo académico (unos estudio “para que sean alguien en la vida”, o sea, para que tengan las comodidades que les proporcione la “felicidad”). Cada vez con más frecuencia, la orientación de los hijos, los padres de hoy lo confían a los “profesionales” (terapeutas, psicólogo), reduciéndolo todo a lo psicológico (los padres de hoy, ni tienen tiempo ni se sienten llamados ni están capacitados para formar a sus hijos). 
En  El Semillero de la Vida, por lo contrario, proporcionamos a nuestras niñas, adolescentes y jóvenes, dentro del contexto de un planteamiento cristiano auténtico, la práctica de las virtudes: la humildad, la paciencia, la castidad, la generosidad, la diligencia, la cariad,  la templanza… para evitar que recorran los tormentosos senderos de la soberbia, la ira, la lujuria, la avaricia, la pereza, la envidia y la gula.

Pero nada podremos sin las familias de nuestras niñas, adolescente y jóvenes. En la Parábola de la Cizaña el Enemigo sembró la cizaña “mientras los guardianes dormían”. Los guardianes son los padres de las chicas y chicos de hoy. Los padres, en general, y con excepciones,  viven muy despiertos para lo material, pero pasan adormilados o dormidos para lo espiritual, a pesar de que ellos son los primeros y principales formadores de sus hijos, como dice la Iglesia. 

Por esto, no serán ellos los que nos ayuden a nosotros  a formar a sus hijas, sino nosotros a ellos; porque ellos serán los espectadores, y muchas veces más que espectadores – co-protagonistas – de la felicidad o infelicidad de sus hijas… De aquí que nuestra labor, a través de las chicas de SDV, será con también con sus padres.   

Un síntoma indiscutible de que los padres de nuestras chicas no quieren amoldarse a los criterios de mundo y quieren, por lo contrario, formar a sus  hijas con hondura, es el mismo hecho de traerlas al Semillero de la Vida. 
El protagonismo de la mujer

Siendo el matrimonio una alianza entre un varón y una mujer, ¿por qué ponemos el acento en la mujer y comenzamos por la mujer? Por supuesto, no excluimos al varón; en absoluto. Además de trabajar apostólicamente de modo directo con los varones (predicación, catequesis, consejería, confesonario, y a través de los Talleres que dan nuestros Guías de la Vida en los colegios), si Dios nos bendice, los enamorados, novios y esposos de nuestras Mensajeras serán los más indicados para hacer apostolado directamente con los chicos. Así como hoy tenemos el centro de chicas, algún día tendremos un centro de chicos. Dicen que “de los milagros, lo más bello es que son posibles…” 

Este acento que ponemos en la mujer está fundamentado en razones teóricas y en razones prácticas. Teórica, o mejor, Teológicamente, nos basamos en el modo cómo Dios mismo ha procedido. Según la Biblia, el mal entró al mundo por la mujer. Cuando el Demonio quiso destruir la obra del Creador, lo primero que hizo es acudir a Eva, no a Adán; a la mujer, no al hombre. Cuando llegó la ‘plenitud de los tiempos’, en la Anunciación, Dios pide la colaboración libre de esa mujer. Ésta es la absoluta novedad del evangelio: Dios comienza por la mujer y con la mujer. En el AT, cuando Dios quiere estipular su alianza con la humanidad, se dirige sólo a hombres (Abraham, Isaac, Jacob); en cambio, para la Alianza nueva y eterna, entra en diálogo con la mujer, María Virgen, y hace de Ella la primera redimida : “Enemistad establezco entre tú y la Mujer” . Pide ayuda, no a un filósofo, ni a una reina, sino a una muchachita adolescente. Dios ha “puesto sus ojos”  en una chica a la que primero ha hecho Inmaculada, y Ella los ha puesto en  Jose´, el“varón justo” que Dios ha creado para Ella. Dios movió los hilos de los dos destinos para que se aunaran al servicio del Plan de Salvación trazado desde antiguo. En el Semillero de la Vida, nos guiamos por el modo cómo Dios mismo ha obrado. No somos presuntuosos si decimos que nuestra estrategia es ciertamente divina.

Pero, actuamos como actuamos, también por razones prácticas. Porque sigue siendo verdad el viejo adagio “el hombre propone y la mujer dispone” y también lo es,que cada mujer se casa con el hombre que elige. Si la mujer posee criterio, elegirá bien al padre de sus hijos y compañero de toda su vida. Si formamos a niñas, adolescentes y jóvenes, ellas serán a la vez “sujeto pasivo” y “sujeto activo” de nuestro apostolado. La chica que ha sido receptora de nuestra formación, a su vez será quien decida con qué chico va a formar el hogar y ella hará de su enamorado el primer evangelizado, logrando entre ella, él y Jesús un “enamoramiento de tres”.  
Además, al comenzar con la chica, después de haber acentuado la importancia del perfil moral de ella, estamos siendo respetuosos y dando gran importancia  a aquello en lo que cada chica es insustituible: en la empatía, o, como se dice hoy, en la “química” del enamoramiento, o, si se quiere hablar más claro: el “flechazo”. Dios está detrás del flechazo. Para los cristianos “cupido” es Dios mismo.  Estamos seguros de que Dios crea para cada mujer llamada a servirle en el matrimonio,  al  “varón justo” con el cual llevará a cabo esta tarea, y Dios pone a cada chica en contacto con el hombre que Él haya creado para ella. 

Para Dios, el tema de la “química” no es problema. Para Él, el problema va por otro lado… Nuestra experiencia pastoral nos lleva a afirmar que la necesaria  “empatía”  entre un chico y una chica no es nada difícil. Si los enamoramientos fracasan no es por falta de empatía, sino  porque el demonio se infiltra en la relación de amor, sembrando en el buen campo de trigo del amor tramado Dios, la cizaña de los pecados capitales : Soberbia, ira, lujuria, avaricia, pereza, envidia,  gula… No exageramos si decimos que el 90% de los enamoramientos fallan, no por falta de sintonía, sino por culpa de los pecados de uno o de los dos enamorados.Formar a la mujer en la virtud desde la más tierna infancia, es esencial en nuestra tarea.

Además, en nuestro intento de no “andarnos por las ramas” y promover del modo más pronto  las nuevas familias que el mundo urge,  si formamos a las chicas, ellas serán el mejor aliado de Dios para lograr en breve plazo esas familias. 

En el Semillero de la Vida, las chicas que, Dios mediante, hayan entablado una fiel relación de amor con Jesucristo, se enamorarán en el momento adecuado y de modo digno de chicos que también se abran a una fiel relación de amor con Jesucristo, y con ellos recibirán atención, primero en la Escuela de Enamorados y Novios, luego en la Escuela de Pre-padres y, finalmente, en la Escuela de Padres. 
Estas chicas, nuevas Marías de Nazareth, se encontrarán con los nuevos “varones justos” al estilo San José, y con ellos habremos logrado las nuevas “sagradas familias” que cambiarán nuestro mundo. De ellas, incluso saldrán los nuevos Otros Cristos, los Sacerdotes que Dios, la Iglesia y el mundo anhelan…