¿Es más fácil o más difícil educar hoy en día? La psicóloga Silvia Álava, autora de 'Queremos hijos felices', de J. de J Editores y Actitud de Comunicación, tiene claro que es más difícil, a pesar de que los padres tienen hoy más y mejor información que antes y además están más preparados. "Nos hemos preparado para afrontar con éxito nuestra vida profesional pero apenas hay formación para ser padres", explica. Por eso en las páginas de su libro la experta recoge, en orden cronológico, las situaciones a las que se enfrentan los padres desde el nacimiento del bebé hasta los seis años, haciendo especial hincapié en la necesidad de educar a los pequeños en valores , y virtudes como la humildad, el compromiso, la gratitud, la honestidad o el esfuerzo.
Para afrontar esta etapa como padres la psicóloga considera importantes estas pautas que resumimos a modo de claves:
1. Las normas y límites son necesarios. La presión en los trabajos y el sentimiento de culpa asociado al hecho de "no estar" con ellos, así como la presión de la sociedad sobre los niños, que les ha convertido en un objetivo de marketing, hacen que resulte difícil poner normas y límites. Sin embargo, tal como argumenta Silvia Álava estos son más que necesarios: "Los niños necesitan saber qué se puede y qué no se puede hacer. Tenemos que darles una referencia y facilitarles la tarea porque ellos necesitan saber qué se espera de ellos y saber qué camino elegir".
2. El refuerzo como garantía de éxito. "Es la mejor y más eficaz 'arma' en el ámbito de la educación", según la autora de 'Queremos hijos felices'. Así, la experta asegura que premiar a los pequeños cuando hacen algo que está bien con mimos, abrazos y cariño es muy eficaz y que el refuerzo social es mucho mejor que el refuerzo con premios o golosinas. De hecho, la experta no se muestra partidaria de premiar y castigar, sino más bien de darle la vuelta a la idea enseñándoles que "hay que ganarse las cosas". Algo así como "no te castigo sin televisión sino que tú no te has ganado esa posibilidad porque no has obedecido". De igual modo, la psicóloga recuerda que las consecuencias de los actos tienen que aparecer tanto si lo hacen mal como si lo hacen bien. De ahí el refuerzo.
3. La importancia del modelo. Los niños copian a los adultos, que son sus referencias, principalmente a su padre y su madre (y también a los hermanos mayores, si los hay), por eso hay que prestar atención a nuestros propios comportamientos. "Los niños nos ganan en capacidad de observación. Se dan cuenta de las incongruencias y de las contradicciones", explica Silvia Álava.
4. Hay que ser congruentes. Precisamente basado en esa idea de que los niños copian lo que ven, es importante la idea de ser coherentes. Si quieres que él actúe de forma correcta, no le enseñes lo contrario. Es habitual ver a padres que regañan a sus hijos por gritar y lo hacen igualmente gritando. "Uno de los errores más comunes que se comete con los niños es pedirles que hagan cosas que los adultos no hacen", revela la directora del área infantil del Centro de Psicología.
5. Evitar la fórmula "poli bueno, poli malo". La experta considera necesario que padre y madre, convivan o no juntos, eduque a los hijos en la misma línea y con un objetivo común". "La educación no se delega y ambos padres son los responsables de educar al niño. No se aceptarán excusas tales como 'eso te tocaba a ti' o similares"
6. La educación en los valores, en virtudes y en la fe. La sinceridad, el esfuerzo, la amistad, la gratitud y la compasión son valores importantes, las virtudes como la fortaleza la templanza, la justicia, y la prudencia deben ser pilares fundamentales en los que hay que educar a los pequeños y la fe la esperanza y el amor a Dios y al prójimo, dan el apoyo que necesitan para levantarse de las caídas".
7. La sobreprotección, uno de los grandes errores. La autora de 'Queremos hijos felices' asegura que los niños cuyos padres tienen un modelo de educación que se basa en la sobreprotección desarrollan menos competencias emocionales, son más inseguros, tienen menos habilidades, es más probables que sean víctimas de acoso y, a la larga, son más infelices.